domingo, 28 de septiembre de 2008


Propongo que todos dejemos de ser tan pesimistas
Propongo que nos entreguemos al azar, que no calculemos ni opinemos
Propongo que quien se entrega sea cuidado para que luego esté tranquilo en recibir.
Propongo que dejemos de faltarle el respeto al amor, que dejemos de decir mentiras, que dejemos de ser tan tan grises… patéticamente…
Propongo que dejes de mirarme mal por cualquier cosa, que dejes de gritarme y de ordenarme
¡No todo es como una quiere!
Se me escapan lagunas mentales, y me duele el hombro de sostener tartas, iba a decir el mundo, pero la realidad me pareció “poéticamente” más adecuada.
Me gustaría que se rían.
¡Ingenuos! ¡Ingenuos! Los que no ven y sólo miran esta pequeña figura “abrazable” que detrás esconde un chuchillo gigante y bien afilado.
Disculpen las molestias ocasionadas.
Y después…
Después del después del después viene mi gran poder de imaginación: estoy haciendo las cosas bien, me muevo por donde me tengo que mover, y escucho a los que tengo que escuchar –eso de recién es mentira.
Y recién, es tan inexistente, justo esa palabra dentro de mi léxico resuena igual que adflsrack!, y hasta eso es más concreto…
¡Por supuesto!
Algo que se rompe.

Los señorcitos son Kodamas, dioses de los árboles. Gracias siempre Miyazaki.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo mejor de estas cosas es que
en papel no se nos nubla la vista y tiene todo el encantador ritmo de la mano escribidora, si no fue inventada a maquina (tac tac tac tactactctcyctctctrtrtrtac, tínn.. esas máquinas). Porspuesto que los viejos aparatos de escribir tienen la inofensiva irregularidad de lo semiautomático, de lo casi artesanal, y eso no está mal.

El gris no siempre es feo.

Un saludo
desde el viento en la montaña hasta el sopor de cada barrio, con cariño

alan